Viendo la fotografía que acompaña estas líneas y dejándonos llevar por la imaginación, podríamos pensar que una lluvia de piedras gigantes aplastó las casas de Monsanto, que así se llama el pueblo algunas de cuyas casas aparecen en la imagen. Pero no fue así, la realidad es que los primeros habitantes de “la aldea más portuguesa de Portugal” decidieron adaptarse a las dificultades del terreno y, en vez de mover aquellas moles de granito, las aprovecharon para cimentar sus casas. Hoy, Monsanto es uno de los pueblos más conocidos y visitados de Portugal, y muchos españoles han cruzado la frontera –está a unos 20 kilómetros desde la provincia de Cáceres– para pasear por ese pueblecito encantador construido en la cima de un monte sagrado. De ahí su nombre: Monsanto.