Cuando apareció el primer automóvil, nadie sabía la palabra silenciador por el simple hecho de que
no existían. Los primeros automóviles eran muy ruidosos y molestaban muchísimo
a los peatones y ciudadanos. Además, el
ruido que provenía de un coche producía pánico en los caballos, el medio de
transporte más popular de aquel entonces, lo que se convertió en una de las
causas principales de todos los accidentes que surgieron en aquella época.
Este hecho fue la razón principal para la creación de los dispositivos
para reducir el nivel de ruido que salía del automóvil. Así, en el año 1894, en
el coche Panhard-Levassorfue
instalado el primer silenciador. Y en 1994 el silenciador “celebró” su primer
centenario. Parece que nadie se acordaba de este invento, a pesar de que ha
jugado un papel importante en el reconocimiento del automóvil como un nuevo
medio de transporte. El nivel de ruido producido por los coches es mucho menor
y no asusta a los caballos, ni molesta a los peatones. La gente está
acostumbrada a los coches en las carreteras y reconoce la idea de que se puede
convivir bien con la presencia masiva de los vehículos. Desde entonces, el
silenciador forma parte integrante de cada vehículo.
La función básica es la eficiencia acústica que tiene que proporcionar
el silenciador. Esta propiedad radica en la reducción de la intensidad del
sonido (la llamada "presión del sonido") generada por el flujo de
gases que salen desde los cilindros. El ruido total generado por el vehículo
(incluidos sus gases de escape) no debe superar 74 dB.
Una vez se ha roto el silenciador, se debe acceder a un taller para que
se realice la inspección técnica y se detecte la avería. Si se necesita
realizar un recambio del silenciador, existen tiendas online con selección grande desilenciadores centrales y
no habrá problemas a la hora de elegir un modelo determinado.