Canadá es un lienzo en blanco, y no cabe duda que las montañas de Alberta son unl ícono de ello; para recorrer esta parte del país es llegar allí sin prejuicios, probarás tu resistencia al frío y claro que te va a gustar. Conforme subes a la montaña para llegar al lago Agnes, el sendero cambia del café al blanco; tus mejores aliados son los guantes, botas con suela engomada y una varilla para sostenerte mientras llegas y así también resistirte al viento. La nieve que te encontrarás es como un cubo resbaloso y verás alrededor una enorme capa de hielo alrededor del lago Espejo, una vista increíble.
En el invierno, las temperaturas bajan tanto que todo el lago se convierte en una enorme pista de patinaje. En está temporada es la única en que opera la famosa casa del Té, que se puede ver desde la cima de la montaña. Una vez te alejes de la montaña el sol de mediodía te devolverá el calor. No dudes en fotografiar y admirar el lago Louise, lo más fotografiado en Canadá después de las cataratas del Niagará. Serás testigo de una gran transparencia de sus aguas. Cuando lo bañan los rayos del sol, junto con el polvo de las rocas, se produce una superficie verde, parecida a la de una esmeralda perfectamente pulida.