Ni la guerra, ni el saqueo, ni los desastres naturales han podido destruirlos. Pero ahora los edificios emblemáticos de Europa enfrentan otra amenaza: el cambio climático. Este siglo puede resultar problemático para las joyas culturales del continente. Además de la catástrofe, como tormentas e inundaciones, un monumento huésped de elementos menos dramáticos podría ver acelerados el desgaste, los cuarteamientos y la erosión superficial.
Una de las preocupaciones son las sales, que se cristalizan y se acumulan cuando hay menos unidad. Esto puede ser una patada para los portento góticos como la catedral de milán. Otra, son las fluctuaciones de temperatura; el impacto térmico podría deteriorar los monumentos del mármol del mediterráneo. Y mayor humedad más al norte podría significar graves problemas bajo la forma de microbios devoradores de piedra, corrosión de los metales, hongos y líquenes, lo cual significa que le convendría apresurarse para realizar ese viaje soñado.