Una opción complicada al crear un crossover es salirse del límite impuesto por las carrocerías de las que toma parte. Es como romper los esquemas de esa mixtura de formas hoy tan en boga y plasmar avanzadas líneas como las de un concept car. Al parecer, Mazda se toma en serio la premisa al crear su CX-7 que a primera vista sorprende e induce duda pues no resulta fácil definirla.
La inspiración maestra proviene del RX8, pero existen elementos que evocan a un auto de diseñador, algo que muy pocos coches pueden presumir en estos tiempo. Apoyada toda la estructura en ruedas grandes rematado por una parte trasera bella, con calaveras singulares y un énfasis en la simetría, confirmado por el doble escape.